Crónicas del Palacio: El Príncipe Pródigo

julio 13, 2008

La primera vez que escuché la parábola del Hijo Pródigo, se me hizo aberrante! Tal vez porque yo me identificaba con el otro hijo, el dócil, el leal, el que obedece y acata las reglas de casa. No veía cómo podía ser posible, que el padre festejara así el regreso del hijo ingrato, maltratado y malherido y sin un céntimo en la bolsa...
Quien me iba a decir que yo iba a experimentar en carne propia ese sentimiento! El hijo regresa a casa y pide asilo después de haber extraviado el camino, a pesar de las múltiples voces que le indicaban lo errado de su decisión!
Así pasa ahora con Ilustre, que ha regresado pidiendo ayuda de nuevo para superar el trance de la inminente separación. Por segunda vez, se encuentra en la misma postura y me resulta difícil el verlo transitar la misma senda tortuosa. Quien haya pasado por esto sabrá de qué hablo...
Hace apenas un año, el se casaba muy a pesar de los argumentos que pesaban en su contra...
Hay gente que verdaderamente se regodea en aquello de: "te lo dije!" No es mi caso, pero me duele la frase como si fuera para mí!
Cualquiera diría que esto es un nuevo fracaso...Esas palabras son letales...
Hacer leña del árbol caído no es de mi gusto, eso se lo dejo a la rapiña, más bien, dentro de mí, siempre habita el optimismo ante cualquier desventura, y la lección que deja cada tropiezo!
El Hombre Íntegro, en un arranque desesperado al ver al hermano desmantelando lo que fué su hogar, le insistió que aprenda a escuchar a los que lo quieren, y se hubiera evitado tantos malos ratos, inclusive la relación hubiera tomado otro rumbo...
Si como dijo su hermano menor, esto va a servir para que Ilustre aprenda del error, pues bien valió la amarga experiencia, porque ya viéndolo a la distancia, no recuerdo una sóla persona que no le haya dicho que no se casara...en fin...
El hijo pródigo regresa a casa...pide asilo...pide apoyo... mi castillo ahora parece campo de batalla!
Por todos lados hay cosas y muebles de lo que fué por tan poco tiempo el nuevo hogar de mi primogénito; ahora es tiempo de enmendar errores, de sanar viejas heridas y de fajarse los pantalones ante lo que está por venir...
No pienso en esto como una derrota; se perdió una batalla. No es que no haya logrado nada, aprendió algo. No sufre descrédito, estuvo dispuesto a probar. No fué falta de capacidad, hizo las cosas de manera diferente. No es inferior, es que no es perfecto. No está perdido en la vida, tendrá nuevas razones para comenzar. No se echará atrás, luchará con más ahínco. No es que no haya logrado sus metas, es que tardará un poco más en alcanzarlas!
El Príncipe Pródigo ha regresado a casa! Bienvenido sea! Pero, por Dios...Que ya sea la última!

Penélope

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