Después de una tormentosa pelea más con Mr. Bolas, de haber sido cortada (otra vez), no sé como sentirme. Es una pelea más (aparentemente) pero mi sentir es distinto. Me doy cuenta de que le he permitido demasiado. No he puesto límites y me he dedicado a ceder buscando “estar bien” con él. Pero a la vuelta de 15 meses, lo que he logrado es que la relación siga cargada para un solo lado. He avivado el egoísmo al que él está acostumbrado y he perdido mucho de lo que soy y de lo que amo. Así que con este pleito, y al sentirme profundamente dolida, lo que hice fue retirarme un poco. En un acto de valentía, apagué mi celular desde el sábado a la 1.30 am y lo volvía a prender hasta el domingo a las 11 pm. Necesitaba espacio y no pensar que podía buscarme. Hablar no era una opción. Primero había que pensar qué quería de esto. ¿Continuar peleando sin llegar a nada? ¿Qué realmente esta relación se acabara? No lo sé. Pero lo que si tengo claro es que ésta es mi oportunidad de enderezar las cosas. Pensaba que la puerta estaba abierta, que podía irme. Recuperar mi esencia, volver a ser libre. Y empezar mi proceso de duelo de 3 días. Pensaba en todo lo que podría hacer ahora que Mr. Bolas no estaba, pero ¡carájo! también dolía no verlo, no saber de él, pensar que no habría más besos, ni largas pláticas telefónicas, ni perderme en la profundidad de sus ojos. Me impedía a mi misma pensar en él. Hablar de él y ni de chiste embarcarme en un viaje por memory lane. Eso sería extremadamente peligroso. Me queda claro que mi peor enemigo soy yo. Mi cabeza me aturde. Peleo con él en mi imaginación. Le reclamo todo lo que ha pasado, pero también, suplico en silencio que regrese, que entienda, que sea lo suficientemente fuerte lo que siente para que penetre ese muro de absurdo orgullo, de soberbia, y acepte una alternativa.
Y me aterro. Me da miedo pensar que pasa si ya no regresa, si no vuelve a buscarme, si también el quería una salida y finalmente la encontró.
Me digo que si eso pasara dolería, porque el vacío quedaría, porque no hay nadie con quien llenar su lugar (como tantas otras veces lo ha habido con otros, que no son él). Y repito mi mantra: “cada día va a doler menos”.
Desde el caos y la tristeza, con fuerza al universo, en un grito que esta vez no pide, sino que reclama y exige: Quiero un camino que me traiga paz.
Sianna
Y me aterro. Me da miedo pensar que pasa si ya no regresa, si no vuelve a buscarme, si también el quería una salida y finalmente la encontró.
Me digo que si eso pasara dolería, porque el vacío quedaría, porque no hay nadie con quien llenar su lugar (como tantas otras veces lo ha habido con otros, que no son él). Y repito mi mantra: “cada día va a doler menos”.
Desde el caos y la tristeza, con fuerza al universo, en un grito que esta vez no pide, sino que reclama y exige: Quiero un camino que me traiga paz.
Sianna