Las chicas: Bienvenidos a Disney

noviembre 30, 2008

Con aquello de la crisis y la austeridad, me he tenido que obligar a buscar formas distintas de pasar un buen rato. De un tiempo a la fecha he descubierto el lugar más entretenido, intenso, misterioso, y lo mejor de todo, barato que existe: mi mente. Es en este lugar donde puedo hacer fantásticos viajes en el tiempo. Puedo ir al pasado y revivir el primer beso que con conciencia recibí. Puedo recordar la última tarde en que ví vivo a mi padre, y el amor tan profundo que se asomaba en sus ojos. Puedo ir a las noches decembrinas en las que poníamos el árbol de navidad, y al terminar (siguiendo una tradición que seguro empezó y murió con mi familia), apagábamos las luces y nos sentábamos los 4 (porque el quinto era tan pequeño que dormía) y abrazados contemplábamos nuestra obra maestra. Puedo ir a la primera vez que hice el amor y a la frase que brincó en mi cabeza en ese momento: “¿Por esto hace tanto escándalo mi mamá?”. Puedo ir a la primera vez que terminé con el corazón roto. Al día en que mi padre se paró en mi salón de primaria a anunciarme que mi hermano “el enano”, había hecho su aparición en el mundo. Puedo ir a aquel viaje al cervantino que me consiguió un hippie bastante guapo, un novio que se llamaba la bruja (profético eh?), y a la mejor amiga que he tenido en toda mi vida (claro que la gurú). Puedo recordar la primera vez que me fui de casa (porque claro que yo tenía la razón en todo y quince años que me permitían creerme tan absurda idea). La segunda vez que me fui de casa (porque algún despistado había puesto una tuerca en mi dedo y nos creíamos lo de felices para siempre), y el miedo tan terrible que suponía el ir a vivir con un extraño y sin mi mamá. También voy a los números impresos en un papel que decían que siempre sí iba a ser mamá (y el miedo que esos números producen le gana por mucho al peor examen de cálculo de tu vida). Al momento en que dejé de ser idealista. Al novio que me dijo que lo que yo quería no existía y los pleitos tan geniales que teníamos. Al sueño derrumbado del fin de una era (la era de escorpio y aries). Al primer baile con Mr. Bolas y la consiguiente locura que esto generó. Al abrazo de mamá cuando las cosas eran tan terribles que sólo quería ser niña y escucharla decir que todo estaba bien (y debo decir que mamá es perfecta para hacerlo, por lo menos la mía). Y más cercanamente, a las mañanas en que despierto con Torbellina y Torbellino encima haciendo arrumacos porque ellos todavía creen que soy la mejor persona del mundo. A cada encuentro con el aquelarre. A la admiración que una que otra vez encuentro en las caras de quienes me conocen. A las mariposas en el estómago que me produjo ver “Star Wars la siguiente trilogía” y el apretón de mano de la única persona en el mundo que podía entender las mariposas.
A las tardes de llanto, a las noches de baile, a las risas y a los sueños, a los grandes pleitos y las aún mejores reconciliaciones. Definitivamente mi mente es un disney privado, con acceso limitado, con “rides” que me hacen gritar del susto, llorar de risa, y suspirar con las endless historias de amor.

Y si esto sólo está compuesto de 33 años, sólo puedo imaginar el tamaño que tendrá cuando llegue a los 80.

Bienvenidos a este tour virtual. Los que trabajamos en “Disney-Sianna” estamos felices de tenerlos por aquí de tarde en tarde. Regresen pronto.

Sianna

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