Las Chicas: Caminando y pepenando

noviembre 18, 2008

En el andar cotidiano de la vida vamos pepenando. Pepenamos ideas, religiones, modos de vida, enfermedades (o eso dicen), filosofías y gente. Y cada cosa que obtenemos nos genera una revolución interna para dar lugar a que se acomode este elemento que estamos recibiendo y una vez pasado el primer shock (que puede durar horas, años o vidas), continuamos nuestro camino. Hay ideas que generan malestar, otras generan una sensación de paz. Hay modos de vida que se asemejan al nuestro y nos encanta y hay otros que son tan distintos que generan enojo, ansiedad y a veces miedo. Hay enfermedades (o eso me han contado) que por el simple hecho de respirar el mismo aire que el portador del bicho, se pegan a ti y hasta fiebre te da. Pero de todo este pepenar la gente es lo que disfruto más. En el caso particular de las personas, nada sucede por casualidad. Es como si estuviéramos vibrando en cierta frecuencia y sólo topáramos con quién vibra igual que tú. Es un eco que encuentra una cueva en la cual retumbar. Mi nueva adquisición al aquelarre es francamente genial. Esta hechicera en cuestión poco a poco ha ido volviéndose la médico brujo de la tribu de los que tengo de este lado. Ahora, cuando la encontré, pensé que sería muy bueno que nos “arreglara”. Necesitaba a un conejillo de indias así que llevé a Torbellino e hizo maravillas con ella. Pero claro, como soy ajonjolí de todos los moles, empezamos cotorreando y terminamos cafeteando. Descubrir la maravilla de la que está hecha ha sido un viaje. No sólo es una mujer brillante en su profesión, sino que además tenemos mil ideas en común. Tocamos historias dolorosas, compartimos soluciones mundiales, y leemos los mismos libros. Pero lo que más me ha llamado la atención de todo este encuentro es la cantidad de respuestas que obtengo a las miles y miles de preguntas que se agolpan en mi cabeza en estos días. Hoy fui a verla y encontré que todo este asunto de ser yo, tiene una explicación (que no diría lógica porque es probable que a muchos no se los parezca, pero sí acertada). Creo que por primera vez en muchos años mis rarezas, mi peculiar forma de ver la vida, el amor, el sexo y a los hombres, no me hicieron sentir bicho raro. De hecho, hasta puedo decir que me encantó ser quien soy. Siempre he dicho que es a través de los ojos de los otros que nos podemos descubrir, pero también he dicho que cuando los ojos del que ve están salpicados de amor, la vista no es del todo objetiva. Pero en mi bruja nueva, todavía no veo las salpicadas, todavía es una relación que inicia, y aún así me ve. Me ve como muy poca gente lo hace. Me ve como si estuviéramos en la película de matrix y lo que percibe de mí es un código energético profundo. Me ve y en su mirar no encuentro sorpresa, ni controversia (que es lo que suelo generar cuando la gente me conoce), tampoco aversión, ni siquiera la diversión morbosa que hay en otros cuando están cerca. Y además me ofrece respuestas.
Es un hecho, somos pepenadores, a veces sacamos basura, otras, algunas latas que poder reciclar, y en muy raras ocasiones, encontramos un caldero, y si tenemos mucha suerte, la dueña puede estar a la vuelta de unas gotas de homeopatía.

Sianna

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