Objeto Sexual….Yo?

noviembre 27, 2008

Cuantas veces nos hemos indignado al ver a una muy bien moldeada congénere en la pantalla, plana, plasma, curva o como sea, del televisor.
No solo por verla, sino por que sus bien torneadas piernas, excelente cabuz y muy bien acomodado busto son lo único que muestran, en actitudes, poses y con frases más allá de la estupidez absoluta y no por que ellas solitas quieran reafirmar su escasez de materia gris, no, sino por que productores, directores y guionistas (así sea del comercial más cucho) les dicen que así deben salir y comportarse.
Cuantas veces hemos dicho: “solo nos ven como objetos sexuales” e indignadas arremetemos con quien rechace esta afirmación y tras desenvainar la espada ponemos en boca propia una sarta de tarugadas aprendidas gracias a la maravillosa “liberación femenina”.
Debo confesar que a mí en lo particular me sucedió en innumerables ocasiones, pero para mi suerte (aja) he modificado, no, no es la palabra correcta, he entendido las cosas o por lo menos las veo desde otra perspectiva.
No hemos caído en la cuenta de que tanto hombres como mujeres somos entes sexuales y hasta donde mi experiencia (no mucha eh?) me permite, solo he podido notar que somos las féminas las únicas que nos indignamos cuando el primer deseo del género opuesto es el de llevarnos a la cama.
Pero por que?
Tengo una teoría, tal vez medio descabellada, pero creo que funciona.
Hemos pasado tanto tiempo sin que se otorgue el verdadero valor que tenemos, que no es ni más ni menos que el de los hombres, es igual; que necesitamos refirmar lo que muchas mujeres hace ya varios años han conseguido: cierto nivel de reconocimiento.
Pero ese reconocimiento no debe ser para con los demás sino para con nosotras mismas.
Creo inconcebible que no podamos pensar en un EL como solo alguien que satisfaga nuestros deseos carnales, por que también los tenemos y eso no nos convierte en “damas de la noche, chicas fáciles, puchachas” ni mucho menos.
Creo absurdo y hasta ilógico que dos géneros de una misma especie vean de manera tan diferente las relaciones o la manera de interactuar.
Esto no es más que la carga social, histórica y blablablablabla bla bla a la que nos enfrentamos y enfrentaremos a no ser que nos caiga el veinte y modifiquemos en primer lugar nuestra actitud y en segundo la manera de criar a nuestros hijos.
Esperen, esperen, no con esto quiero decir que hay que pugnar por el: “todos contra todos”, no, pero si por quitarnos el lastre de la culpa y el señalar cuando vivimos de una manera “diferente” al resto.
Hace algunos meses, en una plática con amigos, cayó como bomba un comentario y fue algo así como echarle carne a los lobos, jajajaja (que dramática), dije en voz alta que los hombres eran también objetos (entes) sexuales y que de manera particular así los veía.
Obvio, las esposas presentes casi me matan y a sus mariditos también, los solteros pensaron que andaba medio urgida y que les hacia una invitación a ver quien me hacía “el favorcito” y las solteras que escucharon se fueron para atrás pensando no invitarme más para no manchar su inmaculada reputación.
Del grupo de 15 personas que platicábamos en ese momento, solo encontré la aprobación de dos, que está por demás decir son dos de mis mejores amigos y tienen un lifestile, muy similar al mío.
Creo que ya me desvié un poquito pero aquí voy de regreso: considero que el único problema por el que las mujeres nos indignamos cuando nos creemos objetos sexuales es por que nuestro ego está por los suelos, por que no somos capaces de aceptar que también podemos desear un buen trasero masculino, una espalda ancha y tórax marcado y solo eso, sin querer llevarnos el paquete completo, que dicho de paso puede estar igual de vacío que una caja de zapatos vieja.
No hemos caído en la cuenta que de vez en cuando, o tal vez la mayoría de las veces solo deseamos satisfacción física, por que a final de cuentas para llenar el intelecto tenemos a un selecto y bien equilibrado grupo de amigos, tenemos preferencias artísticas, lugares que satisfacen nuestra necesidad de belleza y calidez y todo lo demás que nos hace plenas y seguras mujeres sigloveintiuneras.
Pero cuando se trata de la satisfacción carnal, estamos acostumbradas o bien aleccionadas, diría mi abuela, a buscarla con quien debe ser nuestra pareja oficial en turno, el príncipe de nuestros idílicos sueños infantiles, el caballero que es ante todo eso, un caballero y que no solo nos busca para “satisfacer sus bajos instintos”, por que para él no somos solo “OBJETOS SEXUALES”.
La realidad mis estimadas es otra, todos somos objetos sexuales, a todos nos entra la querencia por los ojitos.
Si vamos a una dulcería primero miramos las golosinas más atractivas, sin conocerlas las probamos, si nos gusta repetimos, cuando empalagan las dejamos, pero nunca probamos sin que nos haya, por lo menos, llamado la atención.
Y como a mí me gusta la variedad, seguiré comprando surtido rico, para que conformarme solo con un sabor, habiendo tantos otros en el mundo.

SAV

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