La fortaleza

septiembre 12, 2008

Después de dos meses y medio de estar atada a unas muletas finalmente pude dejarlas, mi cuerpo comienza a responder. El último estirón ha sido lo más difícil de todo el proceso, el dolor en mis piernas persiste, pero ya es tolerable. Mi mente respondió de forma inusitada al hecho. Me deprimí. Me sentí caer en lo más profundo de mi refugio, la fuerza me abandono un día por la noche, me sumí en la melancolía y el dolor. A la mañana siguiente no tenía fuerza para levantarme de la cama, el primer día con el bastón dejó mi cuerpo desgastado y exhausto. Mi pareja me miró con extrañeza y las lágrimas comenzaron a fluir, me declaré derrotada, sin energía para continuar dando batalla, sin siquiera la intención de hacerlo.
El me miró y me dijo que no podía darme por vencida, que siempre me había distinguido por hacerle frente a los embates y salir avante, que no era el momento para claudicar y que el confiaba en mí, en la experiencia que tengo y que me ayuda a seguir cuando no hay de donde sostenerse. Me tomó de la mano y me sacó de la cama.
Estuvo todo el día conmigo, me dio cariño, apoyo y sobre todo mucha ternura. Me dijo que lamentaba mucho no haber sido un buen apoyo, el no estar ahí cuando más lo necesitaba, el asumir que yo podía con la situación y que saldría adelante por mi misma. Permaneció ahí acunándome a lo largo del día cada vez que las lágrimas volvían a mojarme el rostro.
Por la noche una gran amiga me habló. Le dije como me sentía y las ganas de tirarme al piso que rondaban en mi alma y corazón.
Ella me dijo que no podía creer que después de aguantar la peor parte decidiera darme por vencida, que no era el momento para soltarme y perder la cabeza y el tesón. Que soy una mujer fuerte y que me dejara de pensar cosas negativas, que – como yo siempre le digo – alejara los pensamientos negativos y los supliera con esperanza y confianza en mi misma. –Tu puedes wey, ¿a poco te vas a dar por vencida ahora? ¡¡Ni madres!!, tú puedes y vas a salir adelante, mañana te sentirás mejor-

Y así fue, el amor y ternura de mi pareja y la fe y confianza de mi gran amiga, rescataron y revitalizaron a la loba asustada y exhausta que yacía en un agujero húmedo y con olor a podrido. Agradezco profundamente su apoyo su , fe, su confianza y sobre todo agradezco las palabras que fueron un bálsamo para mis heridas, vendas para mis patas rotas y lametones para mi cuerpo cansado.

Estoy en pie.

Una Loba renovada.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No hay nada mejor que el motor de tu pensamiento! tus piernas representan tu facultad de avanzar y tu cuentas con todo para salir adelante, simplemente has un anàlisis profundo de cual es esa piedra que no te deja ir hacia adelante, quitala de tu camino, y sigue adelante con esta maravillosa vida amandote, sintiendote importante y veràs que un sol diferente te alumbrarà cada dia.....tu puedes!!! Animo....

Anónimo dijo...

Loba,lobita,el dolor físico y la incapacidad de valernos por nosotras mismas, cuando atacamos alguna enfermedad, merman nuestro ímpetu al grado que llegaste tú, de querer bajar la guardia y sucumbir; yo te entiendo...la vida se pone gris y el ánimo desfallece!
Me uno a tu sabia amiga y a tu fiel pareja, yá pasó lo peor, sólo necesitas abrirte a nuestros decretos de salud para tu guerrero cuerpo! En pie, gran loba! Te aclamamos desde aquí!

LobadeCiudad dijo...

En verdad así lo espero porque, los embates son duros y la lluvia no deja de caer, estoy cansada y mi lobo me ha mordido duro en nuestro último encuentro, me siento triste y quizá estoy echada como ballena, boqueo y espero que la energía de emergencia me saque.
Gracias por las porras, y el tiempo dedicado .
Loba