Las chicas: Esgrimiendo las armas

enero 14, 2008

Ayer pasé una de las noches más románticas de toda mi vida. Mr. Bolas y yo llevábamos peleando desde el domingo. La situación era desesperada. Las palabras “terminar” y “ya no hay nada entre nosotros” flotaban constantemente en nuestras conversaciones. Contemplaba con gran tristeza la posibilidad de que la aventura que inicié hace un año con Mr. Bolas estaba a punto de terminar. Lloraba, me enojaba, quería golpearlo, correrlo, decirle que no me importaba un carajo lo que sea que él pensara, y quería tenerlo, quería apretarme contra él, quería escucharlo decir que me amaba. ¿Quién era ese ser frío que me decía que no había nada entre nosotros? ¿Dónde estaba el hombre apasionado que no puede dejarme de ver ni por un minuto? ¿Aquél que no soporta no saber donde estoy en cada momento? No sabía que había pasado, lo que sí era que me lo habían cambiado, y a este nuevo semental no lo quería junto a mí. El problema era que enredado en este ser, se encontraba el hombre que amo, y a ese no quería dejarlo ir.
Como siempre cuando contemplas la posibilidad de perder lo que tienes, cuando te acercas a la puerta y sabes que te puedes largar, cuando entiendes que sí existe otra posibilidad y que no estás tan atrapada como tú crees, la perspectiva cambia. Pero lo más interesante es que cambia para ti, pero también para ellos. La actitud de Mr. Bolas era otra, estábamos en una posición de negociación que no habíamos tenido en días (excuso decir que me había aplicado la ley del hielo durante 48 horas, de las cuáles, tuve que pasar 3 encerrada en un coche con él, la ley del hielo y la peor neblina que he tenido que manejar en mi vida).
Siempre no, no era cierto que pensara que ya no había nada, no era cierto que quisiera que nos separáramos poco a poco para que doliera menos. En realidad sólo quería sentir que yo no estaba dejándolo. Así que fumamos la pipa de la paz.
Había que planear la celebración de la reconciliación y del aniversario. Propuse un viaje por memory lane (ósea el camino de los recuerdos), así que planeamos ir al bar al que fuimos por primera vez. Ahhh pero por supuesto, yo tenía que esgrimir mis mejores armas para que Mr. Bolas terminara de asentar todo lo que yo soy para él. Me puse la mini falda más sexy que tengo (que por cierto estaba arrugada pero saliendo de chambear a las 8:15 pm y teniendo la cita en el bar a las 9:30 pues no hay tiempo de desarrugar nada, y finalmente se iba a volver a arrugar ). Calcé los tacones nuevos (ya saben, los que te destrozan los pies pero que hacen que tus piernas luzcan espectaculares) y me lancé al bar. Tenía que asegurarme de que él ya estuviera adentro, tenía que voltear a verme entrar por la puerta y sentir que los calzones se le hacían de yoyo. Así que manejé a la menor velocidad posible (raro en mí), di tres vueltas a la calle antes de estacionarme, y entonces entré. Y ahí esta Mr. Bolas, luciendo mejor que nunca (diablos, ¿habíamos pensado lo mismo?), con una barba de 3 días que lo hacía sexy como el demonio, el pelo perfectamente despeinado, la playera negra que se le ajustaba al cuerpo. Y el recibimiento que tuve me dejó claro que había logrado el efecto deseado. No dejaba de mirarme, me besaba, y yo temblaba. Coqueteamos algunas horas entre cervezas y cigarros. Yo estaba lista, más lista de lo que había estado en mucho tiempo. Fuimos a la cama (que obviamente no está en el bar) y ahí, sentí la conexión más profunda, la pasión más enfurecida, el amor más enloquecedor, y la convicción de que me encuentro atada a este hombre a un nivel tan instintivo que a veces es como luchar por la supervivencia de mi ser.

Sianna

2 comentarios:

Anónimo dijo...

EXCELENTE!!!!
ES INCREIBLE COMO PODEMOS DEJAR DE PERCIBIR LAS COSAS TAN BASICAS QUE NOS HACEN QUERER ESTAR CON ALGUIEN, Y A VECES ES TAN NECESARIO ESTE TIPO DE ALTIBAJOS PARA RECAPACITAR.

SALUDOS

Anónimo dijo...

Estoy en un dilema! Esto creo que ya lo leí antes! ¿Es acaso un "Deja-Vu?" De todos modos, este relato tiene otra dimensión en este momento para mí, es curioso ver cómo nos proyectamos en diferentes formas según la vivencia del momento...