Las chicas: La necesidad de pertenecer a "la bola"

enero 21, 2009

Desde hace tiempo he venido observando la importancia del sentido de pertenencia. Desde que somos chicos, buscamos agradar a las dos personas más importantes: nuestros padres. Si tenemos suerte, (y les tocan unos padres maravillosos como los míos) es muy fácil ser un bebé y sentir que el mundo es un lugar lleno de amor y respuestas inmediatas a tus necesidades. Después empiezas a crecer y empiezan los problemas. Cuando tu pequeño universo se va ampliando, te das cuenta de que el león no era como lo pintaban, que en realidad el simple hecho de “ser”, no te garantiza la aceptación de los demás. Y es entonces cuando se introduce un nuevo significado al “hacer”. Resuelta que de pronto te encuentras rodeado de un grupo de seres que esperan de ti, que quieren que te comportes de una forma o de otra para que puedas pasar el control de calidad, y dependiendo de donde te metas, este “hacer cosas” puede ser desde el más insignificante juego de verdad o reto, hasta llegar a comprometer seriamente tus ideas. Cuando llegas a este punto hay de dos sopas: o te vendes o te rebelas (o por lo menos eso piensas allá entrando a la adolescencia donde todo tu mundo se codifica en negro o blanco). Así que los que somos rebeldes nos inventamos aquello de que no nos importa lo que los demás piensen y al final ni los necesitamos, y los que ceden, se la venden con el rollo de que a fin de cuentas no es tan importante ser un individuo. Pero los rebeldes en realidad pasamos momentos de profunda soledad porque en el mero suavecito de nosotros sabemos que sí que importa y que duele mucho no ser parte de “la bola”. Y los de la selecta “bola” (sí aquellos que recordamos como los más súper cool del mundo) sufren con dar un “mal paso” (y no me refiero al embarazo, si no a cualquier cosa que el colectivo de “la bola” desapruebe), y ser exiliados del pequeño mundo seguro en el que estaban instalados.
Yo siempre fui de los “raros”, “nerds”. Siempre fui de los que observaban el mundo cool y no entraban en él. Y también pensaba que ellos lo tenían súper fácil, porque encajaban en los estándares de belleza y tenían la lana que permitía ponerte/colgarte/manejar/oler/etc, lo que fuera que dictara la moda. Pero con el paso del tiempo, al írmelos encontrando (a esos mismos o a aquellos que no me tocó conocer en la prepa pero que eran de ese prestigiado mundo), me fui dando cuenta que no era real que la tuvieran fácil, sino que su dificultad había estado en otro punto. Al final también tenían que acallar esa tremenda necesidad de pertenecer, y muchos de ellos tenían una necesidad más fuerte que la de muchos “rechazados”, porque en sus familias no había el amor incondicional que había en la mía.
Yo sigo queriendo pertenecer. Busco ser lo mejor que soy. Juego mis roles en cada espacio de mi vida. Con los torbellinos soy la mamá juguetona, cariñosa pero firme y hasta a veces medio hitleriana, pero cuido que siempre sientan el amor tan profundo que siento por ellos. Con las abuelas soy la nieta fuerte que busca apoyarlas. Con mis amigos soy divertida, ingeniosa y leal. Cuido mucho mi boca para no decir algo que pueda lastimarlos. Recurro a todo lo que se me ocurre para que siempre sientan que están haciendo lo mejor en cualquier situación en la que se encuentren, y jamás pienso que sus problemas son poco importantes o algo que tendrían que haber superado ya (estoy conciente de que cada quien está en el proceso que le toca y que no podemos apresurarlo ni minimizarlo). Con mi familia, respeto sus posturas y me aseguro de que sepan que siempre estoy a la mano por si necesitan “pasar un rato”. Con Mr. Bolas soy la amiga, la amante, la compañera. Y conmigo, cuando estoy en ese espacio privado, simplemente soy.
Sigo buscando el sentido de pertenencia. Sigo queriendo ser querida y aceptada, y sigue doliéndome cuando no lo logro. Seguramente la “nerd” que vive dentro de mí nunca dejará de desear ser güera, flaca, y millonetas, pero hoy ni me rebelo ni me vendo, simplemente camino conmigo y busco una “bola” más grande que me pueda aceptar. Y la maravilla de ser “adulto” es que el mundo es un lugar lleno de “bolas” y que cada una tiene un espacio para mí, aunque sea temporal.
Y al día de hoy, eso me basta.

Sianna

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Querida sianna no es una cuestion de querer ser aceptada por los demas, el dia que tu te aceptes tal y como tu eres con defectos y virtudes dejaràs de querer ser aceptada y te integraràs a la bola que sea sin sentirte juzgada. No olvides que todo viene de adentro hacia afuera, lo que modificas adentro se modifica afuera.

Anónimo dijo...

Me cuesta creer que alguien a quien considero 1000% autèntica y especial, quiera ser "de la bola"!
Noooo, creatura! Se lo debes a la humanidad! Sè tù y sòlo tù!