Las chicas: ¿¿Y el bautizo apá??

mayo 05, 2008

Este fin de semana se celebró un evento totalmente inusitado en mi familia (por lo menos en los últimos años), el bautizo de mi sobrina. No recuerdo que se hubiera realizado este tipo de eventos desde que nació mi pequeño hermano que ahora tiene 22 años. Así que toda la familia estaba entusiasmada y confundida acerca de cual era el rol que nos tocaba jugar. Para empezar, nos dábamos de cara con una serie de costumbres católicas las cuales no seguimos desde hace siglos. Había que tomar las pláticas pre bautismales, pagar una lana, y pasar todo el domingo escuchando como es que debemos renunciar al pecado (el cual, si me preguntan, sería un desperdicio renunciar), considerar como es nuestra moral para poder guiar a esa pequeña criatura que hoy se pone en tus manos (aun cuando la moral en general es bastante cuestionable estos dias), y después, tomar un pequeño examen sorpresa acerca de lo que se había estudiado ese día (excuso decir aún si lo repruebas, la Iglesia católica también cede ante un fajito de billetes). Las pláticas se tomaron, el salón se reservó, y la gente se invitó (todo parte de un buen plan en el que primero se les dio una hora que no era, y luego no se les explico como llegar al salón, de esta manera, mi hermano se aseguraba de que quien quisiera ir a gorrear, primero fuera a santificarse).
Llegamos todos emperifollados a la iglesia. Nos reunimos y saludamos políticamente a todos los presentes (después me enteré que el bautizo era comunitario y que saludé y llamé “tío” y “tia” a un montón de personas que no eran de nuestro bautizo). Finalmente entramos. Yo tuve que contestar una llamada de Mr. Bolas, lo que me hizo entrar ya empezado el show. Tomé a mis dos hijos de la mano y nos sentamos cómodamente en una banca muy cerca del altar. El Sacerdote tuvo a bien entonces, explicar como es que el bautizo era comunitario y que cada bebé tenía su fila. Yo empecé a voltear sólo para darme cuenta de que estaba formada en al fila equivocada. Dos filas más allá veía a mi sonriente familia. Pero el sacerdote había amenazado que pobre de quien se estuviera moviendo mientras tan grandioso speach salía de sus labios, así que decidí quedarme donde estaba y tratar de hacer que el chillón bebé desconocido del bautizo al que me había colado, reconociera a mis hijos como sus adorados primos. Mi hija me preguntaba “¿Y ahora qué mamá? ¿Va a salir un payaso?” ¡Niña!!!! Claro que no. Mi hijo nos callaba porque no lo dejábamos escuchar la maravillosa historia que contaba el sacerdote (acerca de una mujer a la cual su marido golpeaba y sus hijos trataban de chacha). En un descuido del padre (el de la Iglesia porque el mío se murió hace mucho y el de mis hijos no fue requerido), con movimientos felinos me deslicé, agarrando a mis chamacos, a la fila donde estaba mi mamá. Uf Uf Uf. Nadie se había dado cuenta (sólo todos los invitados , pero no el gruñón sacerdote) me senté junto a ella sólo para darme cuenta de que tampoco era la fila del bautizo de la sobrina. El caso es que ya no iba a moverme de ahí. Total seríamos una familia de colados, pero familia a fin de cuentas. Finalmente el agua se le echó en la cabeza a la chamaca (que lloró correctamente, siguiendo las buenas costumbres) juramos todos una vez más renunciar al pecado (yo la neta me callé y pretendí tener un poco de tos), y el show terminó.
Salimos de la iglesia, volvimos a la política, saludamos, preguntamos por la familia, y nos fuimos directo a la pachanga (olvidando la pañalera de mi sobrina con su comida, pañales y cámara de mi hermano).

Después de todo el recorrido, recordé que mi hijo preguntó varios días antes, que si en el bautizo iban a inyectar a su prima. Claro que lo sacamos de su error, pero hoy me pregunto, ¿que no es eso precisamente lo que hacemos con estos rituales? A mi parecer, inyectamos un poco de buenas costumbres, ritos sociales, mucho de política y una pizca de mentira.
Así que hemos decidido, por consenso familiar, que el siguiente evento de esta magnitud será por la boda de alguno de los niños de la casa, y eso, sí y sólo sí, no renuncian la pecado porque si lo hacen, ya pá que???
Sianna