El significado del dolor

agosto 04, 2008

El retiro forzoso me ha cambiado, ha sido una especie de “manda” algo que no puedo controlar, una suerte de “anexo” por causas de salud. A veces creo que me da síndrome de abstinencia a la vida . Ha sido una prueba difícil, y no lo digo desde el contexto judeocristiano –bien saben que soy todo menos católica respetuosa- sino desde el paladear otro contexto, ha veces es insípido, otras picante y rasposo, algunas mañanas saben a hiel y algunas noches son amargas. Reposo en mi madriguera, creí que estaba lista, creí que había terminado mi retiro, pero la realidad me aplasta. La vida y principalmente mi hermana espiritual trae libros para que mi estancia no me sea tan aburrida, uno de ellos me ha hecho reflexionar y sobre todo reconocer y recorrer una peculiaridad de mi vida, -el dolor físico- . Fui un bollo que salió del horno con apenas 6 meses y medio, -¡¡tanta era mi prisa por vivir!!- antes de cumplir las 24 horas de vida fuera de mi madre, una falta de conciencia y protocolo (cortesía de una enfermera), me pusieron en el filo de la navaja mis intestinos eran perforados una y otra vez, y así iban y venían las operaciones 24 en total, mes y medio después me entregaron a mi madre, de ahí años y años de constantes infecciones, gastrointestinales y de las vías respiratorias, crecí rodeada de adultos , el mundo de los niños me fue ajeno muchos años y miraba con espanto a esos seres pequeños y ruidosos. La paciencia no es uno de los puntos altos de mi madre, las enfermedades la desquiciaban y a mi me tocaba pasar la mayor parte del tiempo sola, sabía que tras la puerta estaba ella, pero nunca fue del tipo que acompaña las mañanas o un rato por las tardes a su hija enferma, tampoco dejaba que nadie lo hiciera, supongo que eso la hacia ver muy mal, -que alguien mas hiciera su trabajo- La soledad también duele, así que lidiaba con los delirios de la fiebre y el dolor de la soledad. Viví mucha presión por parte de mi madre y sobre todo un aislamiento reforzado día a día a fuerza de mentiras respecto a mi familia, dolor y mas dolor. No me gusta ser melodramática pero aún tratando de ser benevolente con mi crianza , no consigo verme feliz, cuando miro hacia atrás. A mis once años una de mis piernas que había quedado digamos “sentida” después de tanta operación y abrir y cerrar por todos lados, dio un traspié, se desgarró y jamás volvió a ser la misma, doctores, diagnósticos etc. En resumen dolor. De la mano de la pierna se torció su amiga la cadera y juntas desviaron a su vecina la columna,- un gran equipo- y juntas son el dolor permanente, unas muy severo otras tolerable, y ahora mi pierna izquierda que ha sufrido un desgaste doble se sumó al equipo, -¿me preguntó en que momento se me escapo la fase de reclutamiento?- Ja, ja ja. Dolor, he enfrentado el dolor hasta ahora como víctima, incluso lo convertí en parte de mi discurso, llegué a maldecir a la estúpida enfermera que me hizo caer enferma en primer lugar, a Dios o ha lo que suponía que era dios, me conté las historias donde todo lo malo que me pasaba era por culpa de esa estúpida enfermera, ella era la culpable de mi baja autoestima, del desprecio de mi madre y hasta de mis relaciones tormentosas. Lo cierto es que el dolor ha estado ahí , como un acompañante persistente, y a pesar de haber entendido que mis circunstancias - según la teoría de la reencarnación de la cual he tenido suficientes muestras- las he elegido antes de encarnar en esta vida, nunca pude integrar el rollo del dolor físico y anímico, simplemente no cabían ahí. He leído este libro que se llama de Un psicólogo en un campo de concentración de el Dr. Victor Frankl creador de la Logoterapia. He resignificado el dolor, mi dolor , el dolor de siempre y espero estar a la altura de mi sufrimiento, que me impulse , que me prepare y dignifique, la presencia del dolor en mi vida y sobre todo la actitud que mantenga a pesar de el. El dolor no es pretexto para sufrir, ¡eso lo eliges! Ahora sé que mi cuerpo me puede encerrar días y días en mi cubil, pero mi mente y mi espíritu son libres, puedo imaginar, puedo crear mundos y vivencias maravillosas , puedo darle sonrisas a mis hijos y bromas a mi pareja, puedo conservar mi ánimo con el dolor recorriendo mi cuerpo; puedo ponderar y continuar mis proyectos y escribir y escribir y escribir hasta que todo lo que puedo dar y compartir, cobre sentido en la mente de alguien que lo lea.
Una loba abrazando el dolor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

gracias por compartir con nosotros tu crecimiento... estas siendo mas grande y fuerte ke tu dolor. felicidades

Anónimo dijo...

Querida y lobata amiga:
Ya intuía yo que no era el género, la ciudad, el estado civil ni la edad lo que hace que integremos esta sociedad que teje lazos cada vez más fuertes entre nosotras! He quedado conmovida con tu relato, y he de decirte que encontré tantas similitudes con experiencias propias que es asombroso! Por lo pronto, aunque mal de muchos, consuelo de tontos...dicen...tus dolores y los míos son muy parecidos y si de algo te sirve,yo
sé lo que es convalecer sin la compañía materna y sintiendo que le fallé por imperfecta; a veces me dá la impresión, de que nací...y no estaba mi mamá! Así de lejana la relación! Por lo tanto, tiendo a ser lo opuesto, y si algo hago es velar el sueño de mis hijos cuando enferman, se fracturan, los intervienen quirúrgicamente ó lloramos juntos si padecen del mal de amores! Eso de que carecimos lo damos a raudales!
No dudo que seas una madre amorosa y atenta a tus lobeznos, si de algo
te sirve, mi corazón está contigo y me siento más cercana a tí, ahora que sé más de tu historia personal!
Un beso, querida Loba y ánimo!